La Capital de Mar del Plata
26-01-2014
Manuales contra la soledad docente
por Laura Hojman (*)
La aparición de diversos manuales o guías con diversas pautas, preceptos y sugerencias para el docente que debe afrontar situaciones de conflicto en la escuela o con sus alumnos y familiares, concitó elogios y críticas desde diversos sectores de la comunidad educativa.
Por un lado, docentes bonaerenses destacan la llegada de una Guía que llena el vacío de normativa para el docente ante situaciones de violencia y por otro se cuestiona el manual aprobado a nivel nacional que dicen pone al maestro en el eje de la responsabilidad y centra la salida al problema en el diálogo.
En Provincia de Buenos Aires, desde 2012 existe la Guía de Orientación para la Intervención en Situaciones Conflictivas en el Escenario Escolar y apunta a no convertirse en «una receta única», sino que fomenta el análisis del conflicto o hecho violento por docentes y supervisores, y de ahí delinear estrategias superadoras.
Entre esas acciones, el manual «bonaerense» propone trabajar «todo el año», es decir en la prevención y no sólo ante cuestiones de violencia de género, abuso, hostigamiento u otros conflictos en el aula, y también propugna la idea de «abrir la escuela a las familias».
Para la subsecretaria de Derechos Humanos de SUTEBA, Patricia Romero Díaz, la Guía de Orientación para la Intervención en Situaciones Conflictivas en el Escenario Escolar, elaborada por la Provincia es «una herramienta donde interviene directamente el Estado, cuestión que reclamamos ante años de falta de normativa».
Antes del diseño de estas medidas orientativas para el maestro ante hechos de violencia en el aula, los sindicalistas docentes abordaban 20 años atrás la problemática de «violencia en el fútbol, dictadura, años ’90», como primeras expresiones de la caja de resonancia social que es la escuela.
Romero, no obstante sostuvo que la Guía elaborada por la cartera que conduce Nora De Lucia, «es un recurso que no resuelve todo, pero permite a los docente apropiarse de ese medio y elaborar estrategias de acción y prevención».
Natalia Alvarez Prieto, becaria doctoral de CONICET y miembro del Centro de Estudio e Investigación en Ciencias Sociales (CEICS), expresó una visión opuesta respecto a los manuales desde la temática de la violencia.
Alvarez Prieto, analizó la Guía Federal, que aprobaron los ministros de Educación del país que integran el Consejo Federal, y la consideró un «retroceso para el campo educativo».
La especialista señaló a DyN que el tratado aprobado por el CFE, «responsabiliza a los docentes y les exige una respuesta pedagógica aislada, a un problema que sin lugar a dudas requiere la intervención de especialistas».
Sostuvo que «el diálogo y la participación aparecen como claves para la eliminación de la violencia del contexto escolar, dado que consideran que las escuelas tienen la capacidad de revertir las tendencias que caracterizan a la sociedad actual».
De allí, dice «se deduce que no necesitarían la ayuda de ninguna institución externa a lo escolar».
Para ella se genera entonces una «doble culpabilización», del maestro, ya que «si se generan situaciones de violencia será porque no supo prever y si actúa por fuera de este inútil protocolo se apartará de la Ley».
Cierto es que la violencia, la agresión, el abuso, en distintas formas y tenores no es nueva en el ámbito escolar, y también es real que durante muchas décadas el Estado y parte de la comunidad educativa escondió la cabeza para no enfrentar la problemática y hasta trató de naturalizar la cuestión como un hecho «privado» de las familias que debían resolver.
Afortunadamente, la comunidad está conociendo progresivamente sus derechos y en consecuencia se incrementa la demanda de presencia y de involucramiento del Estado, de un flagelo que se inicia en fallas sociales y que replica la escuela.
(*): DyN.
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