En 40 años los sueldos perdieron el 50% de su poder de compra
La cifra surge de un estudio privado realizado con cifras oficiales. Precarización laboral y escasa inversión productiva como claves.
Edición Impresa: domingo, 18 de mayo de 2014
Oscar Martínez – Especial para Los Andes
En pesos equivalentes a los de 2013, el salario promedio de los trabajadores argentinos, considerando tanto los privados como los públicos, registrados y no registrados, es equivalente al 52% de igual indicador de 1975. En otras palabras, si hace 40 años una persona ganaba $100, este dinero equivale, en términos de poder de compra, a $ 52,64 de marzo de este año. Así que ese sentimiento que inunda a muchas personas de ser cada año un poco más pobre refleja, en realidad, una irrefutable certeza estadística.
La impactante cifra forma parte de un trabajo realizado por el Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (Ceics). El gráfico elaborado con el material del estudio exhibe no sólo una tendencia bajista, más allá de ocasionales y lejanos picos de recuperación, sino también una correlación significativa con acontecimientos traumáticos y devaluaciones significativas.
Así, el primer derrape severo se verifica con el Rodrigazo (1975) y se perfecciona a los pocos meses con la llegada de la dictadura en 1976. La recuperación por el regreso de la democracia se interrumpe con la crisis del Austral y el pico de mejora en el ingreso de fines de los 80; se precipita en el abismo de las hiperinflaciones de 1989 y 1990 y se perfecciona con la megadevaluación que dio origen a la convertibilidad, en 1991.
Claro que el final del experimento convertible fue el pozo más profundo que arañó el ingreso de los trabajadores. Desde allí comenzó una lenta recuperación que empezó a flaquear en 2011 y que se agudiza en los últimos años.
Pero en estas cuatro décadas transcurridas, y sobre todo en la última, la economía parece haber crecido y haberse modernizado más allá de ocasionales vaivenes.
-¿Se puede decir que el precio de la canasta de consumo de un asalariado subió más que su nivel de ingreso?- preguntó este diario.
-Sí. Sí- respondieron Tamara Seiffer y Juan Kornblihtt, miembros del Ceics.
Respecto de los motivos de la pérdida del poder de compra de los salarios, «en primer lugar, ahora hay que pagar por bienes y servicios que antes se obtenían gratis del Estado. Por ejemplo, la salud, la educación o la seguridad. Hoy, muchos asalariados, sobre todo en los segmentos medios para arriba, prefieren, o deben, pagar. Hay un empeoramiento en el salario indirecto», señala Kornblihtt.
Además, «en la última década se constata que el precio de los alimentos tiene un índice de inflación mayor que el resto de los bienes. Aunque no sé si eso explica la tendencia de largo plazo. Pero puede decirse que, de conjunto, los aumentos salariales no acompañaron los procesos inflacionarios», completa Seiffer.
Ponen sobre la mesa un argumento adicional, y polémico, para explicar la tendencia: el crecimiento económico es fruto de los bajos salarios.
«El primer motor del crecimiento es la masa salarial. A veces decimos que crecen los sueldos, pero en realidad la economía crece porque suben las ganancias de las empresas. La devaluación de 2001, como todas las devaluaciones, impulsó a la economía al bajar mucho los salarios. En un primer momento hay crecimiento sin aumento salarial. Después, por el incremento de la producción, se incorporan trabajadores y comienzan a recuperarse los salarios. Pero las empresas que crecen son mercado internistas, que importan muchos de sus insumos y que requieren de protección. Son poco eficientes. La industria automotriz, por ejemplo, tiene una productividad muy baja respecto a competidores externos. No es que primero aumenta el salario, el consumo y luego viene el crecimiento. Nosotros creemos que es al revés», aseguró Kornblihtt.
Pero, además, «el crecimiento industrial del tipo que se da aquí requiere cada vez más tercerización y salarios en negro. Por eso, entre otros factores, el crecimiento genera más empleo pero en las ramas con peor salario. Se genera un empleo de baja productividad, baja tecnología y los peores salarios: construcción, hotelería, comercio, trabajo doméstico. Crece bastante el trabajo industrial, pero recién en 2009/2010 se recupera el salario de los 90 y ya se empieza a estancar y cae con respecto a los 70», agrega Seiffer.
Agregan, casi a dúo, que la recuperación de la economía bajando salarios tiene un correlato: las condiciones de vida empeoran. Hay una población con peores ingresos, con empleo precario, que se expande y también se genera un desempleo estructural que no es un «error» del modelo.
Pero, además, «la curva (de poder de compra de los salarios) es bondadosa, refleja un valor suponiendo que nada cambió. Más allá del uso de las canastas de bienes y servicios, que se mantienen más o menos constantes, habría que sumar las necesidades de consumo que se modifican a lo largo de los tiempos. Los cambios tecnológicos, por ejemplo. No se trata de un fenómeno vinculado al consumismo sino de reconocer que aumentan las necesidades reales para vivir en sociedad. Por más que haya nuevas canastas y nuevos IPC, no se tienen en cuenta».
La charla siguió con los cambios en la política social, que ahora sólo llega a los sectores más desprotegidos o hablando del efecto del nivel de tipo de cambio en los salarios reales y en las decisiones de inversión, entre otras derivaciones.
Claro que al darle una última mirada al gráfico es inevitable aquello de que todo tiempo pasado, si no mejor, al menos tenía mejores ingresos.
Link al artículo original