El país tiene en sus manos una posible salida a la pandemia y a la crisis económica: una vacuna argentina. El gobierno podría habernos ahorrado el salir a conseguir vacunas en un mundo con producción insuficiente si en lugar de la improvisación constante, hubiera destinado tempranamente los recursos necesarios al desarrollo de una vacuna local. Podría haber aprovechado capacidades con las que el país cuenta, como instalaciones, conocimiento y, sobre todo, recursos humanos muy calificados para ello. Ejemplos como los de Cuba, con cinco proyectos en marcha (uno ya en fase 3) o Brasil, con 15 proyectos, muestran que la vacuna no es accesible solo a los países centrales.
Actualmente en el país están en marcha cuatro proyectos de vacunas, todos en fase pre clínica. De estos proyectos solo algunos consiguieron algo de financiamiento oficial, mientras que otros continúan adelante con el aporte de laboratorios privados. Según un estudio publicado en The Lancet, la fase 2 de los ensayos clínicos puede costar por encima de los 1.000 millones de dólares. Se estima que vacunas como la de Pfizer y AstraZeneca tuvieron una inversión superior a 2.000 millones de dólares. Al comparar estas cifras con la inversión del gobierno argentino, no parece que las intenciones de obtener una vacuna local fueran serias. Recientemente el gobierno anunció que destinará 400 millones de pesos (algo más de 4 millones de dólares) para continuar con el desarrollo de vacunas en fase preclínica y para dos convocatorias más (estrategias de inmunización y secuelas de la enfermedad). Lo que van a ofrecer es una cifra ínfima en relación a lo que se requiere.
El país tiene en sus manos una posible salida a la pandemia y a la crisis económica: una vacuna argentina
Destinar lo que se necesita al desarrollo de una vacuna no parece inaccesible para un país como el nuestro. Este año ingresarán al país unos 8.000 millones de dólares por encima de lo que ingresó el año pasado por exportaciones agropecuarias. Con solo una fracción de ello podrían financiarse una o dos vacunas. ¿En qué está usando el gobierno el dinero extra que está ingresando por exportaciones? En emitir LELIQs para planchar el dólar, por ejemplo, algo que quienes hoy son funcionarios criticaban cuando lo hacía Macri denunciando la “fuga de divisas”. El gobierno también ha destinado cuantiosos recursos a subsidiar, por ejemplo, a productores agropecuarios. Los 4.400 millones de dólares que recibirá del FMI para luchar contra la pandemia se van a destinar a pagar los vencimientos de deuda del propio FMI. De los 307 mil millones de pesos que se recaudarán por el “impuesto a las grandes fortunas”, un 45% se destinará a subsidiar pymes y empresas gasíferas.
Este año ingresarán al país unos 8.000 millones de dólares por encima de lo que ingresó el año pasado por exportaciones agropecuarias. Con solo una fracción de ello podrían financiarse una o dos vacunas
Recientemente el rector de la Universidad de San Martín, una de las instituciones al frente de uno de los cuatro proyectos nacionales, declaró que si aparece el financiamiento, podrían tener su vacuna en un año. Y que solo necesitan 12 millones de dólares para culminar la fase clínica. No se trata de cifras imposibles en un país con las riquezas de la Argentina. Pero el gobierno tiene otras prioridades.
Una vacuna local permitiría ahorrar mucho dinero en la compra y el traslado de vacunas desde el exterior. Y producirla en cantidades suficientes para inmunizar a toda la población. Además, permitiría desarrollarla en base a las cepas que circulan en el país y adaptarla a mutaciones en caso de ser necesario.
En gobierno que prefiere (como todos los anteriores) destinar los recursos a sostener a capitalistas en lugar de ponerlos en el cuidado de la salud de la población.
Por último, y no menos importante: colocaría a la Argentina como proveedor mundial de vacunas, en lo que puede ser la base para el relanzamiento de una economía quebrada. Pero el problema es político: un gobierno que prefiere (como todos los anteriores) destinar los recursos a sostener a capitalistas en lugar de ponerlos en el cuidado de la salud de la población.
Un gobierno sin la menor previsión, incapaz de pensar más allá de la coyuntura, que no puede siquiera aprovechar una oportunidad para relanzar la economía porque privilegia los negocios de los empresarios amigos como Sigman.
*Investigador de Conicet.