Documento de trabajo. Abril de 2025.
Oficina de Estadísticas Sociales. Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales
Autor: Nicolás Villanova
Resumen
- El gobierno celebra el descenso de la pobreza. Sin embargo, ese 38,1% que genera tanto festejo supone unos 18 millones de personas. La mitad de las niñas y niños de cero a catorce años son pobres.
- Los criterios metodológicos con los cuales se mide la pobreza resultan engañosos y el umbral es tan bajo que con poco dinero una familia puede dejar de ser pobre y, a la vez, hay que ser muy pobre para ser registrado como tal.
- Se trata más bien de una reducción estadística de la pobreza: la estrategia del gobierno fue inyectar plata por medio de la AUH en las familias más vulnerables y pobres. Con menos del 1% del PBI, Milei “sacó” a millones de la indigencia.
- Las estadísticas muestran un descenso de la desigualdad, pero lo que oculta este proceso (y las mediciones oficiales) es una agudización de la degradación de la vida: toda la población se empobrece, mientras que, los más vulnerables tienen un poco más de ingresos que no mejora su situación real.
- El ajuste por desempleo y por empleo precario continúa su marcha ascendente.
- Al empobrecimiento absoluto se agrega una tendencia a la pauperización relativa, es decir, la masa salarial obrera se reduce en relación con el PBI.
- El resultado de todo este proceso abona la estrategia del gobierno libertario: hacer descender las condiciones laborales del conjunto de la población para abaratar la fuerza de trabajo.
Breve documento explicativo
Hace unos días se publicó el dato de la cifra de pobreza correspondiente al segundo semestre de 2024. Tal como lo habían anticipado algunos economistas y el propio Milei con sus “cuentas propias”, el porcentaje de personas pobres habría disminuido notablemente al menos en base a las mediciones oficiales y sus criterios utilizados para la estimación de la pobreza por ingresos. De un 52,9% en el primer semestre de 2024 habría disminuido a un 38,1% en el segundo semestre. Sin embargo, debemos poner en contexto a este último número y trazar algunas salvedades para poder ponderar si efectivamente disminuyó eso que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) denomina pobreza.
Problemas en la medición
Más allá de los problemas que tiene el concepto de pobreza tal cual lo define el INDEC (ver anexo metodológico), su aplicabilidad práctica también redunda en criterios que son cuestionables. En primer lugar, el umbral resulta muy bajo, por lo tanto, hay que ser muy pobre para ser registrado bajo esa condición. En segundo término, la línea absoluta tal como se construye la canasta de pobreza resulta muy vulnerable a los vaivenes de la inflación: una suba o baja de esta última y habrá millones de pobres más o millones de pobres menos. Por lo tanto, la reducción de la pobreza por ingresos no necesariamente expresa un cambio de situación y tampoco una mejora en las condiciones de vida. Además, debemos evitar los impresionismos y las interpretaciones erróneas: los datos de la pobreza por ingresos son apenas un elemento que debemos observar para analizar la realidad social junto con otros indicadores sociales y económicos.
Lo que pasa realmente
En los hechos, lo que está pasando puede resumirse de la siguiente manera: la estrategia de Milei básicamente es hacer descender las condiciones laborales de los obreros formales y bajo convenio para abaratar la fuerza de trabajo. De allí su afán por identificar al asalariado en blanco como privilegiado diferenciándolo de los precarizados, como los trabajadores de Rappi o Pedidos Ya, los cuales se encuentran en las peores condiciones de trabajo. Se trata de un proceso que avanza y que iguala hacia abajo en la escala social, es decir, degrada las condiciones de trabajo y de vida del conjunto de la clase obrera. De este modo, puede observarse una tendencia generalizada del empobrecimiento de la población, tal cual se expresa con la reducción del Producto Bruto Interno durante el año 2024 respecto de 2023. Es decir, toda la economía argentina se empobreció durante el último año.
Pero a la vez, otros fenómenos se manifiestan en este sentido. Por ejemplo, según las estadísticas, la desigualdad medida por ingresos también se habría reducido. Sin embargo, como veremos en el DOCUMENTO, lo que realmente ocurre es que el gobierno incrementó el gasto (más presupuesto de Asignación Universal por Hijo) dirigido a las familias de asalariados informales, desocupados y muy empobrecidos. De este modo, “salieron” (estadísticamente) de la indigencia y algunos de la pobreza. Mientras que, los asalariados formales vieron reducir sus salarios por ajuste, por despidos o destrucción de empleo. El resultado de este proceso es que las capas extremadamente pobres de la población incrementaron un poco sus ingresos y, sin modificar sus condiciones de vida, redujeron los niveles de pobreza. Por su parte, las capas mejor remuneradas de los asalariados descendieron en su escala social por el ajuste. Conclusión: somos todos un poco más iguales en un momento en que todos estamos más empobrecidos.
Objetivos del documento
La información de la estadística oficial nos impide la elaboración de un análisis de coyuntura preciso, ya sea por datos que aún no fueron actualizados o bien por las limitaciones en los criterios metodológicos. Sin embargo, podemos aproximarnos a un panorama que está muy lejos de la reducción de la pobreza y la desigualdad social.
DOCUMENTO DE TRABAJO
PRIMERA PARTE. ¿Bajó realmente la pobreza en el segundo semestre de 2024?
- No hay nada que festejar. Hay que poner ese supuesto descenso de la pobreza en contexto.
Milei y el gobierno libertario festejan la “reducción” de la pobreza de 52,9% a 38,1%. Pero, a ciencia cierta, no hay nada que festejar, pues ese porcentaje representa, estimativamente, unos 18 millones de personas en condición de pobres. A su vez, el 51,9% de los pobres son niñas y niños de 0 a 14 años, es decir, las fracciones más vulnerables de la población y quienes tendrán serios problemas en su desarrollo madurativo en caso de no modificar rápidamente su situación. Además, la cifra de pobreza del segundo semestre de 2024 se encuentra muy por encima del promedio de las últimas décadas. En efecto, hace más de 30 años que un tercio de la población argentina es pobre según la medición por ingresos que establece el INDEC. El promedio general entre 1988 (año en que comienza a medirse sistemáticamente el fenómeno de la pobreza) y 2024 es de 32,5% de personas. La cifra del segundo semestre de 2024 supera en 5 puntos porcentuales el promedio de los últimos 37 años.
El gráfico muestra la evolución del porcentaje de personas por debajo de la línea de pobreza. Se observa el promedio del período 1988-2024 en 32,5%, a través de la línea de puntos. Por lo tanto, el dato de pobreza del segundo semestre de 2024 (38,1%) se encuentra por encima del promedio general.
- Un leve aumento o descenso de la inflación y la pobreza aumenta o disminuye por millones.
La estimación de la canasta de pobreza con la que el INDEC registra el fenómeno resulta muy endeble y extremadamente sensible a los vaivenes de la inflación. En este sentido, la construcción de una línea de pobreza, monetaria y absoluta, redunda en una volatilidad elevada: en caso de incrementarse o reducirse abruptamente uno o dos puntos la tasa de la inflación, sobre todo el precio de los alimentos y los bienes de primera necesidad los cuales constituyen buena parte de la canasta básica total con la que se estima la pobreza, esta último modifica agudamente su tendencia. La pregunta obvia que surge es la siguiente: ¿realmente dejan de ser pobres por 100 o 200 pesos más? No. Puede suceder que haya más pobres o menos pobres por encima o por debajo de la línea absoluta por ingresos, pero de ningún modo puede decirse que se modifiquen sustantivamente sus condiciones de vida.
- Hay que ser muy pobre para estar por debajo de la línea de pobreza.
A la elevada sensibilidad de las variaciones de los números de la pobreza en relación con los vaivenes de la inflación se adiciona otro elemento metodológico: la construcción de la canasta básica total con la que se estima el fenómeno supone un consumo de pobres. Dicho de manera más sencilla: la canasta con la que se estima la pobreza es una canasta que fue construida sobre la base del consumo de la población más vulnerable y con menos recursos. Razón por la cual el umbral o vara de medición está por el piso. En efecto, cuando comenzó a construirse la canasta de consumo para la elaboración de la línea de pobreza allá por el año 1985 el INDEC estimó los alimentos consumidos por el primer y segundo quintil de la población, o sea, la fracción más pauperizada de la sociedad, en un año donde la carestía de la vida y la crisis social estaban a la orden del día. Esa canasta, con algunos cambios minúsculos, es con la que hoy se estima la línea de indigencia y de pobreza. ¿Cuál es el resultado? Que para ser registrado como pobre hay que ser muy pobre, es decir, hallarse en condiciones terribles, casi al borde del peligro vital.
- La estrategia de Milei: reparto de migajas para “bajar” la pobreza
Tan bajo es el umbral con el que se estima la pobreza que con algunas migajas que ofrece el Estado en materia de gasto social y que aumentan los ingresos de las familias más pauperizadas da como resultado que millones de personas “dejen de ser pobres”, al menos para las estadísticas. Por ejemplo, durante el 2024 Milei incrementó las partidas de la Asignación Universal por Hijo (AUH). Su aumento real respecto de 2023 fue de un 50,2%. Ahora bien, dado que se trata de una política dirigida a 4 millones de niños y niñas no resulta una suma elevada respecto del Producto Bruto Interno (PBI): esa evolución significó un incremento de un 0,36% en 2023 a un 0,58% en 2024. Si a estos subsidios le sumamos el presupuesto destinado a toda la política alimentaria (la cual va dirigida a la población más pobre) ese gasto total supone un incremento que no llega al 1% del PBI (de 0,80% a 0,92%). Esto quiere decir que con pocos recursos hay millones de personas que “dejan” de ser pobres, al menos desde la perspectiva de la medición del INDEC.
La tabla muestra la evolución de las partidas presupuestarias dirigidas a la Asignación Universal por Hijo y a Políticas Alimentarias. Se observa que con muy poco, menos del 1% del PBI, un presupuesto dirigido a la población más pauperizada y con muy bajos recursos económicos provoca su “salida” de la pobreza. Todo un síntoma de la liviandad con la que se mide el fenómeno de la pobreza.
Estos aumentos en la AUH provocaron un golpe de efecto en el descenso de la población que “dejó” de ser indigente. Recordemos que indigente sería, según el INDEC, aquel hogar cuyos ingresos se encuentran por debajo del valor de la canasta alimentaria, es decir, que la plata no les alcanza ni para comprar los alimentos necesarios para vivir. Se trata, como dijo alguna vez Guillermo Moreno para graficarlo, de las personas en situación de calle que “viven en la 9 de Julio”. En cambio, la población “pobre no indigente” se mantuvo en el mismo porcentaje que el mismo semestre del año anterior. Resultado: el gobierno libertario puso plata en la calle para que la población extremadamente pobre (indigente) deje de estar en esa condición, al menos estadísticamente, y la cifra de “pobreza” descienda.
La tabla muestra la evolución de la población estadísticamente pobre, indigente y pobre no indigente. Esta última separa a las dos poblaciones mencionadas anteriormente. Se observa que la indigencia decrece a un ritmo mayor, pero la pobreza se mantiene en valores más aproximados.
Este supuesto descenso de la pobreza dio lugar a una situación que en apariencia puede resultar paradojal, pero que, en los hechos, no lo es. ¿Cómo puede ser que la pobreza disminuya en casi 15 puntos porcentuales, que haya “millones” de personas que “salieron” de la condición de pobre, y que el consumo masivo de la población haya caído estrepitosamente durante todo el año 2024? Retomamos este punto más adelante, por ahora señalamos lo siguiente: es tan baja la vara con la que se estima la pobreza que cualquier mínimo movimiento en los ingresos familiares hace que millones de personas dejen de ser registradas como tales. Una ilusión puramente estadística.
PRIMERA SÍNTESIS. Entonces, ¿bajó realmente la pobreza en el segundo semestre de 2024? El ajuste llevado a cabo por el gobierno libertario parecería contradecir la reducción de la pobreza. Entre la disminución del poder adquisitivo y la caída del consumo uno sospecha que la pobreza debería aumentar. Al parecer, el descenso en el porcentaje de personas pobres se debería más a la sensibilidad que tiene la línea absoluta con la que se estima la pobreza que a una salida real de esa condición de pauperización. Con los criterios metodológicos con los cuales el INDEC registra el fenómeno de la pobreza hay que ser muy pobre para “caer” en esa situación. Una suba o baja de la inflación de uno o dos puntos porcentuales hace que millones de personas sean pobres o dejen de serlo.
Por su parte, la estrategia del gobierno de Milei habría sido, en el contexto de una recesión profunda, inyectar un poco de plata en la población extremadamente pauperizada, por la vía del aumento de la AUH. Proceso que habría provocado un descenso en el porcentaje de familias que no tienen ni para comer. Pero, esa misma redistribución de los ingresos no habría disminuido el porcentaje de personas pobres respecto del año 2023. Por lo tanto, no hubo ninguna reducción real de la pobreza, sino todo lo contrario. En el plano de las estadísticas, la caída de la pobreza es pura ilusión, mientras que, en la vida real el ajuste provoca una mayor degradación de la vida.
Ahora bien, si hubo una inyección de dinero a la población de menos recursos y, paralelamente, un ajuste brutal contra los asalariados formales, entre otros, la pregunta que surge parece un tanto obvia: ¿qué pasó con la desigualdad del ingreso que estima el INDEC?
…
SEGUNDA PARTE. ¿Estamos en un momento de reducción de la desigualdad social?
Una rápida visita a los indicadores de la distribución en los ingresos, como, por ejemplo, el coeficiente de Gini o los deciles de la población, estaría mostrando una disminución en la desigualdad de los ingresos. Es decir que, según las estadísticas oficiales, el primer año de gobierno de Milei no sólo habría reducido la pobreza sino, también, la desigualdad por ingresos. Sin embargo, tal como con la pobreza, hay que analizar correctamente los datos para no caer en falsas expectativas ni erróneas interpretaciones. En el trasfondo de toda la estrategia de Milei lo que se oculta es una tendencia al igualitarismo bestial, es decir, hacer descender las condiciones laborales de las fracciones mejores pagas de la clase obrera e igualar a todos en grandes bolsones de pobres dispuestos a trabajar en las peores condiciones de explotación. Veamos.
- No hay menos desigualdad entre clases sociales, sino una degradación de los obreros mejor remuneradores que tiende a igualarlos con los más pobres
Los indicadores de desigualdad también tienen, al igual que los de la pobreza y la indigencia, un conjunto de limitaciones metodológicas a la hora de mostrar la realidad, sobre todo porque no tienen en cuenta la división de la sociedad en clases sociales. Estos datos sólo enfatizan en la distribución de los ingresos. Esta metodología de registro se agrava por el hecho de que muchos empresarios realmente muy ricos y que amasan fortunas millonarias no declaran sus ingresos en los relevamientos elaborados por el INDEC o bien, sencillamente, mienten y subdeclaran sus abultadas ganancias. Consecuentemente, un obrero asalariado en un trabajo más o menos bien pago puede ser registrado en el seno de los deciles de mayores ingresos, como si fuera un ricachón. Recordemos que, con criterios semejantes y completamente absurdos, el Estado cobra el impuesto a las ganancias a los investigadores del CONICET cuyos ingresos están en sintonía con la de un pobre docente de secundario que trabaja más de 40 horas por semana. Para Milei, estas capas de la población obrera son parte de los “privilegiados” de la casta. Estos criterios metodológicos crean situaciones que de alguna manera deforman la realidad, que pueden traducirse en falsas interpretaciones debido a que los asalariados mejor remunerados son registrados y “corridos” hacia los deciles de mayores ingresos. Mientras que, los afortunados empresarios millonarios o bien no aparecen o bien se “mezclan” con los obreros. Todo un síntoma de las limitaciones del registro estadístico. Veamos, primero, los datos y, luego, su interpretación.
- Distribución del ingreso en hogares según ingreso total familiar
Un análisis de la distribución de los hogares en base al ingreso total familiar muestra la siguiente evolución durante los 4 trimestres del 2024:
- los deciles 1 a 5 (de ingresos más bajos) incrementan sus ingresos y concentran más dinero durante la segunda parte del año;
- los deciles 6, 7 y 8 (de ingresos medios) mantienen durante la segunda parte del año sus ingresos estables (no concentran ni más ni menos ingresos);
- los deciles 9 y 10 (mayores ingresos) pierden ingresos y concentran menos dinero.
La tabla muestra que los ingresos medios de los hogares que se encuentran entre los deciles 1 y 5 no superan el valor de la canasta básica total con la que se estima la pobreza.
Se observa que en momentos en que baja la pobreza (estadísticamente) durante el segundo semestre, los deciles de los hogares de menores recursos acaparan más ingresos, mientras que, los hogares de mayores recursos ceden ingresos. Ahora bien, esos mismos deciles que incrementan sus ingresos en el segundo semestre (del 1 al 5) son hogares cuyos ingresos totales promedio no superan el valor de la canasta básica de pobreza. Es decir, se trata de los hogares beneficiados por la política de incremento del gasto en AUH los cuales están sumergidos en situaciones de elevada vulnerabilidad social y económica. Lo contrario ocurre con los hogares con ingresos más elevados. Ahora bien, ¿cuál es la población que concentra los deciles más elevados y en qué situación ocupacional se encuentra?
- Distribución del ingreso por población según ingresos de ocupación principal
Un análisis de la evolución de la distribución del ingreso de la población según ocupación principal durante el año 2024 muestra que los ingresos de los deciles 2 a 7 (ingresos bajos y medios) tienden a incrementarse; mientras que, los deciles 8, 9 y 10 (ingresos más elevados), disminuyen.
Ahora bien, ¿cuál es la categoría ocupacional de la población que compone cada decil? Si prestamos atención observamos que los deciles de menores ingresos concentran en mayor medida a la población asalariada sin descuentos jubilatorios (no registrados) y al trabajo por cuenta propia, que mayoritariamente es informal o precario. Mientras que, los deciles más elevados concentran fundamentalmente a los asalariados “en blanco” o formales y, en menor medida, a los patrones. A su vez, sólo el ingreso promedio del decil 10 (de mayores ingresos) supera el promedio de la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE) el cual, además, se acerca mucho más al valor mínimo (1.500.000) que al valor máximo (15.000.000) en la escala con la que se construye el decil 10, al menos en el 4to trimestre de 2024.
La tabla muestra que en los deciles 9 y 10, es decir, los de mayores ingresos, más del 70% de los trabajadores ocupados son asalariados formales. Esto podría estar expresando que la reducción de los ingresos se debe al ajuste por inflación en los salarios de los obreros mejores pagos de la economía.
La información oficial nos permite pensar que la tendencia a la “igualación” en la distribución del ingreso no se debe tanto a políticas sociales o medidas económicas que mejores las condiciones de trabajo y de vida, sino a la inyección de presupuesto dirigido a las fracciones más empobrecidas por la vía de la AUH y al ajuste salarial a los asalariados formales estatales y privados. Estos procesos parecerían estar mostrando más una socialización de la miseria en el seno de la clase obrera que una real distribución de los ingresos.
- El ajuste en el mercado de trabajo: menos formales, más precarizados
La destrucción de empleo en el sector formal, el aumento del desempleo y, paralelamente, el incremento del empleo informal son procesos que podrían estar mostrando una tendencia a la igualación “hacia abajo” en el seno de la clase obrera, o igualitarismo bestial, es decir, una mayor degradación social. Estos movimientos también podrían estar mostrando el hecho de que las fracciones más pauperizadas de la clase obrera obtengan un ingreso mayor (salarios no registrados más AUH) y que los asalariados “en blanco” expulsados por despidos o cierres de fábricas o bien se queden sin ingresos o bien perciban la prestación del Seguro por Desempleo. De este modo, la población en general tiende a empobrecerse, aunque las estadísticas captan una información que parecería presentarse en un sentido opuesto (menos pobreza y menos desigualdad.
En efecto, el ajuste por despidos en el mercado laboral se hizo sentir durante todo el año 2024, razón por la cual la población no sólo empeoró sus condiciones de vida, sino que tendió a pauperizarse al perder su trabajo. La información del mercado de empleo correspondiente al segundo semestre del año 2024 publicada por el INDEC (momento en que supuestamente se “reduce” la pobreza) pone de manifiesto un aumento de la actividad, un descenso en la tasa de empleo y un incremento de la desocupación, si comparamos el 3er y 4to trimestre de 2024 respecto de 2023. Estos datos estarían mostrando que hay más población que está buscando trabajo en un momento de incremento de los despidos, de destrucción de empleo y con fuertes limitaciones para el ingreso al mercado de trabajo. Veamos.
Los informes muestran que disminuye la tasa de empleo, es decir, hay menos ocupados; razón por la cual aumenta la tasa de desempleo (personas que no trabajan, pero buscan empleo activamente). Este proceso se debe tanto a los despidos y la desesperación por conseguir otro empleo, o bien, el ajuste y la crisis obliga a que nuevos miembros del hogar salgan a buscar trabajo. Consecuentemente, aumenta la tasa de actividad porque hay una mayor necesidad de trabajar, es decir, se incrementa la fuerza de trabajo o población económicamente activa. Probablemente, el ajuste brutal en los ingresos por el actual gobierno está dando por resultado que una “nueva” fuerza de trabajo salga a buscar trabajo por vez primera. De este modo, se agranda el mercado de trabajo, algo buscado por Milei para incrementar la competencia entre obreros y, consecuentemente, provocar el abaratamiento de la fuerza de trabajo. Paralelamente, el subempleo crece, es decir, aquellas personas que trabajan menos de 35 horas por semana, tanto como la demanda de horas de trabajo.
El gráfico muestra que, entre el tercer y cuarto trimestre del año 2024, la tasa de actividad aumentó, mientras que, el desempleo y la tasa de empleo se redujeron respecto del mismo período de 2023. Esto podría estar mostrando que la destrucción de empleo y los despidos, junto con la caída del salario, provoca un aumento de la fuerza de trabajo disponible para trabajar.
El gráfico muestra el aumento de la tasa de ocupados que demandan otros empleos, la tasa de subocupados (trabajan menos de 35 horas semanales) y el incremento de los que buscan aumentar las horas trabajadas. Este proceso podría estar expresando la necesidad de incrementar los ingresos familiares en un contexto de ajuste.
Por su parte, según la información suministrada por el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) sobre la evolución de los trabajadores formales, entre diciembre de 2023 y noviembre de 2024 hubo -200.180 despidos o bajas y tan solo 68.147 altas. Es decir, el saldo fue negativo y supuso una destrucción de empleo registrado de unos 132 mil trabajadores. Esto repercutió fuertemente en la reducción de aportantes al SIPA y en el aumento de las prestaciones del Seguro por Desempleo durante el año. El ajuste en el mercado del trabajo registrado se expresa en la destrucción de empleo de los asalariados formales (los mejores pagos de la economía) y, como contrapartida, la creación de puestos de trabajo en los autónomos, en los monotributistas independientes y en los beneficiarios del monotributo social. Esto significa que lo único que crece bajo el gobierno de Milei es el empleo precario y peor pago, un proceso que se manifiesta desde hace varios años.
Por último, la información publicada por las Cuentas Nacionales del INDEC (Cuenta Generación del Ingreso) estaría mostrando una destrucción de empleo de unos -59 mil puestos de trabajo al comparar el tercer trimestre de los años 2023 y 2024. Se trata de la destrucción de -231 mil puestos asalariados registrados y la creación de 172 mil puestos de trabajo entre asalariados no registrados y trabajadores no asalariados. Estos últimos, probablemente, sean parte del denominado “cuentapropismo”. Recordemos que la mayor parte del denominado trabajo por cuenta propia se compone de empleo precarizado e informal, a saber, todo el mundo del empleo de los Rappi, Glovo, Pedidos Ya, cartoneros, vendedores ambulantes, entre otros. El ajuste se expresa por la destrucción del empleo mejor pago y la creación de puestos de trabajo en las peores condiciones laborales, con bajos ingresos. Consecuentemente, las capas mejor remuneradas de la economía pierden ingresos y se empobrecen.
La tabla muestra la destrucción de puestos de trabajo en el sector de los asalariados formales y la creación de puestos en los sectores no registrados y no asalariados. El saldo resulta negativo, pues hubo una pérdida de -59 mil puestos laborales.
SEGUNDA SÍNTESIS. No es cierto que haya menos pobres ni una menor desigualdad como muestran las estadísticas oficiales. El trasfondo de todo este proceso expresa, más bien, un empobrecimiento generalizado de la población donde las fracciones mejores pagas de la clase obrera (los asalariados formales) ven descender sus condiciones laborales y de vida. Esta degradación va de la mano del ajuste del gobierno libertario y el proceso recesivo que tiende a expulsar obreros de las fábricas por despidos o cierre de empresas. El año 2024 muestra un leve incremento de los ingresos en las fracciones más pauperizadas de la clase obrera (desocupados e informales) que no logran mejoras reales en sus condiciones de vida y, paralelamente, una degradación de las condiciones laborales y de vida de las fracciones mejores pagas de la clase obrera (asalariados formales y registrados). Una tendencia a “igualar condiciones” en un momento de empobrecimiento generalizado.
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TERCERA PARTE. La economía argentina se achica y la crisis la pagan los obreros.
Ni la pobreza se reduce ni hay una mayor igualdad social. En realidad, toda la economía argentina se “achicó” durante el año 2024 y, consecuentemente, la población en general tiende a pauperizarse. Dicho de otra manera: la Argentina como país capitalista se empobreció durante el primer año de gestión del gobierno libertario. En este escenario, el conjunto de la clase obrera sufrió los embates de este proceso cuyo impacto fue una degradación de sus condiciones de trabajo y de vida.
- El producto bruto interno se redujo en 2024
Un país cuyo producto bruto interno (PBI) disminuye en forma sostenida desde hace varios años es un país que se empobrece. Durante el año 2024, el PBI argentino se redujo en relación con el peor año del gobierno anterior, lo que significa que estamos muy mal y que la Argentina como país capitalista se descompone.
El gráfico muestra la evolución real del PBI desde el año 2022. Se observa un descenso del -1,61% en 2023 respecto de 2022, y un -1,72% en 2024, respecto de 2023. Es decir que, el conjunto de la economía argentina se achicó un poco más durante el primer gobierno de Milei respecto del peor momento del gobierno anterior.
- Degradación absoluta de los asalariados y jubilados
Los aumentos de los precios a principio de año y a lo largo del 2024 junto con el ajuste directo del gobierno durante el año 2024 provocó una degradación en las condiciones de vida de la población, que se expresa en la reducción del poder de compra y la caída del consumo. No sólo los asalariados sufrieron el ajuste, sino también los jubilados y pensionados. Como ya señalamos en otros Documentos de Trabajo, la inflación publicada por el INDEC está subestimada, toda vez que se calcula con una canasta de consumo y ponderación desactualizada. Por lo tanto, para observar la evolución del salario promedio como del consumo aquí utilizamos un índice de precios ajustado en base a los ponderadores de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares de 2017-2018.
El gráfico muestra una reducción pronunciada del poder adquisitivo del salario del conjunto de los trabajadores y una recuperación luego del mes de abril. Sin embargo, esa recuperación no llegaba en el mes de enero de 2025 al peor momento del gobierno anterior, noviembre de 2023.
El impacto de la caída del poder adquisitivo del salario produjo una reducción muy sustantiva del consumo general. El gráfico muestra esta tendencia. Si bien hay recuperación del consumo después de abril, también es cierto que la evolución muestra oscilaciones. Lo que queda claro es que durante todo el año 2024 el consumo no llega a los niveles de noviembre de 2023.
- Empobrecimiento relativo de los asalariados
Por otra parte, en base a información de las Cuentas Nacionales puede observarse una disminución en la participación de la remuneración al trabajo asalariado en relación con el valor agregado bruto. Esto significa que la totalidad de los asalariados en blanco y en negro, privado y público, perciben una masa salarial que tiende a decrecer en términos relativos en relación con los excedentes y las ganancias percibidas por los empresarios. Este proceso podría estar mostrando una agudización de la brecha entre trabajadores y capitalistas, o sea, una mayor polarización social, procesos que redundan en un aumento del empobrecimiento relativo. La tasa de ganancias resulta más elevada que la evolución del salario.
El gráfico muestra el descenso de la participación de la masa salarial en el valor agregado bruto en el tercer trimestre entre 2024 y 2023. Y, paralelamente, el incremento en el excedente bruto de explotación. Es decir, los asalariados se empobrecen relativamente. A su vez, el ingreso mixto crece. Probablemente, este aumento se deba no sólo al incremento de empleo precario, sino, sobre todo, a una burguesía de pequeño y mediano capital que crece en condiciones de ejercer una elevada explotación a sus contratados en negro.
Este proceso de pauperización relativa de los asalariados se agrava por otros dos procesos en marcha. En primer lugar, la masa de horas trabajadas del conjunto de los asalariados (sobre todo los que están registrados) a un nivel general tiende a incrementarse. Esto probablemente se deba a un aumento de la intensidad laboral. En segundo término, la productividad del trabajo medida por el total del valor agrado bruto (VAB) en pesos reales por ocupado y por asalariado decrece. Al comparar el tercer trimestre de 2024 con el mismo período de 2023, el VAB por ocupado se redujo un -7,8% y el VAB por asalariado, un -7,2%. Resultado: no sólo los asalariados se empobrecieron en términos relativos respecto de los patrones, también se incrementó en promedio las horas trabajadas en un momento en el que se reduce la productividad por obrero. Todo un síntoma de una economía que se achica, que empobrece y que se descompone.
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SÍNTESIS DEL DOCUMENTO. No es cierto que haya menos pobres, ni que haya menos desigualdad. Al contrario, el empobrecimiento aumenta y la degradación de la vida se agudiza. La estrategia del gobierno libertario ha sido hasta el momento bajar la tasa de inflación con ajuste y recesión. La consecuencia obvia es la destrucción de empleo formal y la caída del poder adquisitivo del salario tanto como de los ingresos previsionales, que aún no se recuperan ni siquiera a los niveles del peor momento del gobierno anterior. Mientras que se destruyen empleos formales, lo poco que se crea es trabajo precario, informal y mal pago. En este escenario no puede haber menos pobres, sino todo lo contrario.
La estrategia de Milei es “igualar hacia abajo” (o igualitarismo bestial), proceso que supone un descenso en las condiciones laborales y de vida de los asalariados formales y bajo convenio. Con algunas migajas a los sectores más empobrecidos, el gobierno libertario logra, paralelamente, hacer descender al menos estadísticamente a los indigentes y un poco a los pobres. Pero, no se modifican sus condiciones reales de vida, pues se trata de fenómenos muy superficiales que se vinculan más con los problemas de las estadísticas oficiales. En este sentido, con el aumento de la AUH y la manutención de las prestaciones por Tarjeta Alimentar, Milei logró reducir estadísticamente la indigencia, pero de ningún modo bajar la condición de pobres. Redistribuyó migajas y miseria en la población más vulnerable, es decir, en las familias desocupadas y las que trabajan en la informalidad. En resultado fue que las familias que se encuentran en las peores condiciones sociales lograron incrementar un poco sus ingresos y “salir” en algunos casos de la indigencia.
Mientras tanto, los sectores de trabajadores asalariados en blanco vieron reducir sus ingresos y su consumo por la vía de la reducción del poder de compra o bien por la ausencia de ingresos por despidos. Esto se expresa en términos absolutos (caída del poder de compra y del consumo) y en términos relativos (reducción de la participación de la masa salarial en el VAB). Paralelamente, se manifiesta un proceso de agudización de la desigualdad social y concentración del ingreso. Es decir, la población más enriquecida, los patrones, empresarios y burgueses, incrementan sus ganancias y amasan fortunas.
De este modo, con menos del 1% del PBI Milei “logró bajar la pobreza” (tan sólo estadísticamente, agregamos nosotros). Dado que la medición de la pobreza parte de la construcción de una línea absoluta cuya vara o umbral se encuentra “por el piso”, en cuento la inflación baja un poco (y un poquito de mayor gasto social) el resultado redunda en una mejora espectacular. Pero es una mera apariencia. En los hechos, la población continúa empobrecida.
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LO QUE VIENE. Milei reduce las reservas del Banco Central para contener un dólar caro y de ese modo evitar una devaluación, a los efectos mantener la inflación relativamente baja, su gran caballito de batalla. Pero, la devaluación parece inevitable. Una mayor devaluación supone un incremento casi inmediato de la tasa de inflación, lo que impactará, otra vez, en un aumento de la cifra de pobreza y la indigencia, además de profundizar la caída del poder de compra del salario y la reducción del consumo. A su vez, el mes de marzo anticipa una inflación más cerca del 3% que del 2%. De continuar así, o bien Milei sigue incrementando el gasto social para que se mantenga la indigencia a niveles estadísticamente bajos o la situación empeorará. De este modo, Milei aumenta el gasto social (AUH) y vende dólares de la reserva del Banco Central para contener una mayor pobreza y evitar la devaluación e inflación. Dado que esto resulta prácticamente imposible, como contrapartida ajusta brutalmente a los jubilados, a los estatales y reduce la obra pública. En este escenario, lo más probable es que la “reducción” (estadística) de la pobreza dure poco.
ANEXO METODOLÓGICO. Acerca de la definición de la pobreza ¿Qué significa ser pobre? La noción clásica de pobreza por ingresos se asocia a la falta de bienes y servicios necesarios para vivir. Para medir el fenómeno, el INDEC construye una canasta de consumo valuada en pesos y se contrasta ese monto con los ingresos monetarios de las familias. Si éstas obtienen un ingreso mayor que el valor de la canasta de pobreza no serán considerados pobres, mientras que, si los ingresos son menores que la canasta, entonces el hogar será considerado pobre.Se trata de una definición muy limitada de la situación. Contra esta burda noción, pobre es todo obrero por su condición de explotado y por su dependencia del patrón. Porque el obrero genera una riqueza que es apropiada bajo la forma de ganancias por el capitalista. Si éste quiere echará al obrero o le bajará el salario. Y que no se queje, porque siempre se puede estar peor aún en los tiempos que corren. De esa dependencia y falta de estabilidad brota el carácter de pauper virtual de toda la clase obrera.A su vez, un obrero ocupado es un pobre toda vez que el incremento de la tasa de explotación crea más ganancias para el capitalista, aun cuando el salario crezca. Una porción cada vez mayor producida por el obrero se le escapa y es apropiada por su patrón. Este proceso empobrece al obrero en forma relativa. Por su parte, la pobreza absoluta se vincula más con la falta de trabajo o con la precariedad de éste y su retribución cada vez más baja, o sea, la reducción drástica del salario, o lo que es lo mismo, la venta de la fuerza de trabajo por debajo de su valor, es decir, del mínimo necesario para vivir. La medición de la pobreza por ingresos puede ser interpretada como algo parecido a esto último, aunque con varias distorsiones interpretativas del fenómeno tanto como su aplicación práctica.[Para más detalle, ver libro: Villanova, N. 2019. La pobreza en Argentina. Biblioteca de la UNI, 13. Ediciones ryr]. |
Link de artículo citado en recuadro: https://www.infobae.com/opinion/2016/11/08/el-uso-politico-de-las-estadisticas/
DT bajo la pobreza