“Cromañón es un crimen social”
Hablamos con Gonzalo Sanz Cerbino, autor de «Culpable. República Cromañón, 30 de diciembre de 2004».
Las sociedades cada tanto reciben un sacudón. Lo ocurrido el 30 de diciembre del 2004 en el boliche República Cromañón es uno de esos cimbronazos. Uno de esos dolorosos… evitables. Evitable, y por eso no fue una “tragedia” ni un “accidente”. Gonzalo Sanz Cerbino desmenuzó el hecho, investigó el antes y después de esa noche en la que murieron 194 personas. Esa noche en la que tocaba Callejeros y todo debía ser una fiesta. Y, entre las conclusiones, entendió que lo que pasó en Cromañón es un “crimen social” que incluyó asesinos, que el sistema en el que vivimos –el capitalismo– es el primer “culpable” y que, si bien hay acusados que ya cumplen sus penas, aún quedan funcionarios por juzgar. La investigación quedó plasmada en el libro Culpable. República Cromañón, 30 de diciembre de 2004. A ocho años de ese día difícil de adjetivar, charlamos con él.
¿Por qué Cromañón? ¿Qué te motivó a realizar la investigación?
La decisión de investigar este hecho no la tomé individualmente, sino como parte de una organización, Razón y Revolución, que desde el principio participó del movimiento que se estaba gestando para exigir castigo a los culpables. En esas primeras semanas, uno de los problemas más notorios fue la incongruencia entre los datos que se manejaban sobre las causas del crimen y las interpretaciones (interesadas) que circulaban en los medios de comunicación. Generaba mucha impotencia ver cómo se manipulaba la información, de manera que personajes con responsabilidades notarias eran exculpados por los medios, mientras se cargaban las tintas sobre las propias víctimas. De esta manera, a su vez, se construía opinión pública, con lo que rápidamente las explicaciones falsas se convirtieron en sentido común. Era necesario dar una batalla contra estas explicaciones, y para ello era necesario construir conocimiento. Por eso nos pusimos a investigar, y el resultado fue este libro.
Una de las conclusiones a las que llegás es que lo sucedido en la noche del 30 de diciembre, no fue una tragedia, sino un crimen social. Hay una tendencia en la sociedad (o muchas veces, los medios de comunicación son los responsables) a catalogar este tipo de hechos como “tragedia”, “catástrofe”. O, por otro lado, también circula la idea sobre que “todos somos culpables” o que “la sociedad es culpable”. ¿Qué opinás?
Algunas de esas explicaciones incorrectas de lo sucedido en Cromañón que creímos que había que discutir son estas que mencionás. En primer lugar, esta idea de “todos somos culpables”, que fue una fórmula que adoptaron ciertos intelectuales y comunicadores, muy conveniente para evitar hablar de responsabilidades materiales concretas, tanto de los empresarios como de los políticos que debían controlar la actividad. Es una idea perversa, porque ponía en un mismo plano, y con el mismo grado de culpa, a víctimas y victimarios. Según esta idea, “todos sabíamos” que los boliches no cumplían las normas de seguridad. Y si no “sabíamos”, debíamos saber. Eso es falso, por dos razones. Primero, porque las fallas de seguridad de esos locales no son detectables a simple vista: determinar si las planchas acústicas son inflamables o si la capacidad del lugar está excedida es algo que se detecta con ciertos conocimientos técnicos que solo tienen inspectores y bomberos. Pero, por otro lado, se supone que el Estado debería controlar que los empresarios cumplan estas normas de seguridad, no es algo que tenga que hacer cada persona. Uno cuando sube a un avión no revisa el motor a ver si no hay ninguna falla: primero, porque no sabría cómo hacerlo, y segundo porque se supone que eso ya fue controlado, por el dueño de la empresa y por el Estado. Es absurdo suponer que uno deba ir por la vida revisando todo, ¿para qué existe el Estado si no?
Algo similar sucede con la idea de “tragedia”, un hecho fortuito por definición, imposible de predecir o evitar, y por lo tanto, que no tiene culpables materiales. Sin embargo, los culpables de Cromañón estaban ahí, eran claros. Por eso, los familiares salieron a discutir esta idea. Para nosotros, lo que mejor define este hecho es “crimen social”. Este concepto resume una serie de características, que Cromañón comparte con otros “accidentes”, como el choque de trenes en Once o los choques en las rutas. En primer lugar, la responsabilidad de una clase, la burguesía, que en su búsqueda por maximizar su ganancia descuida las condiciones de seguridad poniendo en peligro la vida de clientes y trabajadores. Lo vimos en Cromañón, en donde una mínima inversión, como arreglar las salidas de emergencia, podría haber salvado decenas de vidas. Y también en otros accidentes: ¿Qué hacía falta para evitar el choque en Once? Dinero para arreglar los trenes. ¿Qué haría falta para evitar “accidentes” como el del micro del colegio Ecos? Que los empresarios transportistas contraten más choferes, para evitar la falta de sueño y el cansancio que es una de las principales causas de estos choques.
El segundo elemento que hace de Cromañón un crimen social es el rol jugado por el Estado, que en lugar de controlar la actividad empresaria, deja hacer. Ambos elementos remiten a la forma de funcionamiento de la sociedad en que vivimos, el capitalismo, en que la ganancia se encuentra por encima de la vida y los gobiernos de turno evitan entorpecer la actividad empresarial. El elemento “social” en Cromañón se evidencia en que no era ese el único boliche que incumplía con las normas de seguridad: todos estaban en condiciones más o menos similares, en todos se ponía en riesgo la vida de cientos de personas cada noche. Por eso, lo primero que hizo Ibarra después de lo sucedido fue clausurar por decreto todos los locales nocturnos y obligarlos a ponerse en regla. Por estas razones es un crimen social: es producto de la forma en que funciona la sociedad en que vivimos. Y por eso el libro se llama Culpable, en singular: porque el primer culpable es el capitalismo.
Después de lo investigado y si bien es la Justicia la que decide, ¿llegaste a alguna conclusión sobre quién o quiénes son los culpables?
En Cromañón hay dos grupos de responables bien identificamos. En primer lugar, los empresarios que regenteaban el lugar, Chabán y Levy. Ellos hicieron de Cromañón una trampa mortal: sobrevendieron entradas por encima de la capacidad del local, clausuraron salidas de emergencia en lugar de arreglarlas y colocaron materiales inflamables para acustizar el lugar para ahorrarse unos pesos. Pero la otra gran responsabilidad le corresponde a los funcionarios públicos, sobre los que la Justicia no ha avanzado suficientemente. Ese lugar, igual que decenas de boliches, no debería haber estado funcionando. Debió haber sido clausurado. Pero el cuerpo de inspectores que debía controlar la situación e impedir el delito estaba poco más que desmantelado. Apenas un año antes de lo sucedido, Ibarra decidió desbaratar los organismos de control, acosados por denuncias de corrupción. Sin embargo, en lugar de reemplazarlo por un organismo que estuviera a la altura, se le otorgó la función de control a un ente nuevo, sin personal ni recursos, que no daba abasto para cubrir las denuncias. A su vez, no hubo decisión política para avanzar sobre los boliches que incumplían con las normas de seguridad. A pesar de la existencia de decenas de denuncias previas, no solo de particulares sino también de organismos públicos como la Defensoría del Pueblo, la Legislatura o la Justicia, no se profundizó el control sobre este sector. Y cuando uno se pone a escarbar, se encuentra con muchos lazos subterráneos y espacios compartidos entre los funcionarios que debían controlar y los dueños de locales nocturnos, una de las principales actividades comerciales en la ciudad. Esto explica las decisiones políticas que hicieron posible Cromañón.
Sobre la causa, ¿creés que aún faltan responsables por juzgar?
Los principales problemas del rumbo que ha seguido la causa judicial son dos. En primer lugar, que no se haya avanzado suficiente sobre la responsabilidad de los funcionarios públicos. Se ha condenado a las líneas más bajas en el área de inspecciones, cuando existen pruebas de que las máximas autoridades (incluyendo al entonces jefe de Gobierno), estaban al tanto de las irregularidades en los boliches y no hicieron nada para impedirlo. En segundo lugar, que se haya acomodado la carátula de forma de poder avanzar sobre la banda. Al calificar el hecho de “estrago culposo” (o sea, que sus responsables cometieron negligencias pero no sabían que podían fallecer a causa de ello cerca de 200 personas), se hacía más fácil avanzar sobre Callejeros. Aunque existen pruebas de que Chabán conocía los riesgos que se corrían, no sucede lo mismo con la banda, que no tenían ni el conocimiento ni la capacidad de revertir las fallas de seguridad del boliche. De esta manera, recayó sobre el gerenciador del local una pena mucho menor a la que le hubiera correspondido. Una injusticia que solo se explica por la intención de aplacar parcialmente la ira de ciertos grupos de familiares, que creen que Callejeros tiene la misma responsabilidad que Chabán.
¿Y qué opinás sobre la reciente decisión de la Justicia de ordenar la detención de los 14 sentenciados para que cumplan sus condenas?
La orden de prisión efectiva dictada no cambia mucho la cosa, ya que a prisión iban a ir tarde o temprano. La sensación de injusticia no pasa por ahí, sino por las bajas penas para Chabán y los funcionarios.
El Autor
Gonzalo Sanz Cerbino es profesor y doctor en Historia, docente de la UBA y becario del CONICET. Miembro de la Organización Cultural Razón y Revolución y del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (CEICS).
El Libro
Culpable. República Cromañón, 30 de diciembre de 2004 lo editó Ediciones ryr en el 2009 (www.razonyrevolucion.org). Se consigue en todas las librerías del país, o en la librería de la editorial, Barrilete Libros, que queda en el barrio de Flores (www.barriletelibros.com.ar).
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