La deuda es un paliativo al modelo de producción que sostiene el gobierno similar al de la dictadura
El endeudamiento de Argentina “es un problema porque el capitalismo del país es débil y necesita de la deuda para compensar su poca productividad, su poca capacidad de competir en el mercado mundial”, por lo que en vez de ser “un mecanismo que le saca plata al capitalismo es una estrategia que le permite ocultar su crisis”, advirtió a AIM Juan Kornblihtt, quien dirige el grupo de Economía del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (Ceics).
En contraposición al relato del gobierno y de los precandidatos a presidente que responden a los intereses de las patronales, Kornblihtt explicó a esta Agencia que la deuda externa no es un conflicto en sí, sino que es la expresión de los límites de la economía argentina como ámbito de acumulación de capital, que la llevan a buscar mecanismos de compensación para poder seguir reproduciéndose.
En ese sentido, el investigador explicó que “se observa una tendencia a largo plazo de que el país, como espacio capitalista, tiene un rezago a nivel internacional”, que se expresa en ciclos que implican pequeñas expansiones y caídas muy fuertes, que comenzaron a mediados del siglo XX pero se profundizan en el ’75, el ’82, el ’89 y en el 2001, “por lo que lo que se vive ahora es la continuidad de ese ciclo de decadencia, que tuvo una expansión que parecía mostrar un cambio de rumbo”, pero se retrotrajo, confirmando de esa tendencia.
Precisamente, detalló que en la década kirchnerista se construyó un imaginario en la esfera pública que ponía como paradigma un nuevo modelo que suponía un quiebre al supuesto modelo neoliberal que regía, donde la producción era relegada por las finanzas, “pero en realidad lo que el gobierno hizo fue aprovechar una coyuntura favorable marcada por dos cuestiones: por la fuerte devaluación con la que se salió en la década del ’90, que produjo una baja salarial y el aumento de las ganancias en relación al costo del salario, lo que permitió cierta recuperación en la industria (que estaba en crisis desde mediados de los ’90) e impulsó un cierto crecimiento que se vio motorizado por una fuerte suba de los precios de las materias primas, en particular, de la soja”.
El crecimiento “efectivamente ocurrió, pero el carácter de este crecimiento no transformó la estructura económica Argentina, ya que siguió dependiendo de la protección (estatal) o del subsidio para ser sostenida, es decir, la fuente de esa protección o subsidios, además de los bajos salarios, en parte provino de la renta de la tierra a partir de las ganancias extraordinarias que surgieron del sector agrario”, que fueron apropiadas ya sea por impuestos o por tipo de cambio y trasladadas al resto de la economía, pero esta burbuja “duró hasta el 2008/2009 cuando comenzó a mostrar sus límites, con el llamado conflicto del campo, y estos límites (pese a una nueva recuperación que en el 2011 tuvo un nuevo pico) ahora se expresan de vuelta una caída”.
En ese marco, el docente precisó la aporía del gobierno “ya que en el momento de auge de la industrialista, que se atribuye, se devela que se sostiene con una industria muy ineficiente, que genera empleo que está supeditado a que haya subsidios y cuando se acaba la fuente de subsidios (porque el efecto de la baja salarial no es tan fuerte y porque el crecimiento del precio de las materias primas empieza a encontrar su límite, ya que está estancado en torno a 430/450 dólares por tonelada la soja) hace que se evidencien los propios límites de esa industria que el gobierno no transformó, por lo que empieza a aparecer la necesidad de una nueva fuente para sostener este proceso, es decir, la principal fuente que se comienza a buscar es la deuda”. Así el gobierno “pasa de una supuesta política industrialista, supuestamente anti-neoliberal, a aplicar todas las recetas neoliberales (devaluar y baja salarial) para endeudarse, lo que devela que el gobierno no tiene una política estratégica a largo plazo sino que responde a las necesidades de sostener un espacio de acumulación que se podría decir que es inviable, por lo que la estrategia del kirchnerismo se emparenta a las políticas de otros gobiernos, ya que todos los gobiernos en sus momentos de auge se mostraron como algo novedoso así como la dictadura, el alfonsinismo y hasta el menemismo, y cuando vienen la crisis muestran su cara de impotencia para no revertir esta tendencia”.
Ante ese escenario, el docente remarcó que más allá de que algunos sectores sostienen que la deuda se presenta como el problema porque saquea al país y no lo dejan desarrollar, “en realidad la deuda es un problema porque el capitalismo argentino es débil, es muy poco productivo, y necesita de ella para compensar su poca productividad, su poca capacidad de competir en el mercado mundial”, por lo que el endeudamiento de la Nación en vez de ser “un mecanismo por el que se saca plata al capitalismo es un mecanismo que le permite al capitalismo ocultar su crisis, ya que se obtienen ciertos ingresos que tapan la crisis pero que se agravan en el futuro, porque se genera una burbuja que luego termina estallando, por eso Argentina cíclicamente cae en default”.
La industria automotriz es un síntoma de este modelo ya que en la república hay once plantas de capital trasnacional, de los países imperialistas, pero, sin embargo, tiene la productividad equivalente a una sola planta en Japón, por lo que consideró que la industria Argentina “es muy ineficiente, que importa la mayor parte de los insumos, lo que lleva a una balanza deficitaria muy grande”, que se replica en los complejos de armado de electrónica en Tierra del Fuego o con las partes de la industria de maquinaria agrícola, entre otros rubros. Precisamente, el conjunto de la industria local “está supeditada a que exista alguna fuente de riqueza externa a la propia capacidad que tienen ellos, que surge no de su bondad o productividad sino que se le saca a los trabajadores, quienes son los verdaderos productores de riqueza; por lo que hay ineficiencia tapada con deuda, sostenida momentáneamente en algún ciclo de expansión pero que después termina estallando de vuelta ya que no hay una fuente genuina -de acumulación de capital-, como pasó en el ’82 o en el 2001, por lo que la deuda y la baja salarial aparecen como una alternativa no sólo para este gobierno sino para el conjunto de quienes se proponen representar los intereses de los capitalistas como (Daniel) Scioli, (Sergio) Massa, (Mauricio) Macri o el Unen, es decir, todos tienen como única alternativa la búsqueda de la deuda, acompañada con una baja salarial”.
Ante este diagnóstico, Kornblihtt consideró que las organizaciones de izquierda “son las únicas que plantean la defensa blanqueada desde la perspectiva de los trabajadores”, ya que aseguró que “cuando se observa a la oposición de quienes están en sus respectivos gobiernos se ve que el ataque los trabajadores y buscar deuda está presente tanto en Macri en ciudad de Buenos Aires; como en Scioli, en provincia de Buenos Aires; en Massa, cuando fue parte del gobierno; en (Manuel) de la Sota, en Córdoba; y en (Hérmes) Binner en Santa Fe”, por lo que aseguró que “para que haya un cambio tiene que haber una modificación en el interés de los políticos y en el sujeto de quién impulse las políticas económicas”.